a) Signos de puntuación Sus funciones son marcar las pausas y la entonación con que deben leerse los enunciados, organizar el discurso y sus diferentes elementos para facilitar su comprensión, evitar posibles ambigüedades en textos que, sin su empleo, podrían tener interpretaciones diferentes, y señalar el carácter especial de determinados fragmentos de texto —citas, incisos, intervenciones de distintos interlocutores en un diálogo, etc.
Pamela Monserrat Aportela Lopez
viernes, 14 de junio de 2013
Ejemplos de signos de puntuación
Los signos de puntuación y signos auxiliares son los siguientes: 1.- Coma (,): Indica una breve pausa en la lectura. 2.- Comillas ("): Se emplean así: A principio y a final de las frases que reproducen textualmente lo que ha dicho un personaje. Ejemplo: Y Dios dijo: "Hágase la luz y la luz se hizo". 3.- Corchetes ([ , ]): Se utilizan al inicio de la oración "[" y al final de la misma "]". 4.- Dos puntos (:): Se emplean en estos casos: En los saludos de las cartas y después de las palabras expone, suplica, declara, etc., de los escritos oficiales. Ejemplo: De mis consideraciones: Sirva la presente para: ...... 5.- Interrogación (¿ , ?): Se utilizan en la oración interrogativa directa. Señalan la entonación interrogativa del que habla. En el idioma castellano, se escriben al inicio de la oración "¿" y al final de la misma "?". IMPORTANTE: No se escribe punto después de los signos de interrogación y de exclamación. 6.- Exclamación (¡ , !), también llamados de admiración: Se utilizan para señalar el carácter exclamativo de la oración. 7.- Paréntesis (( , )): Se escriben al inicio de la oración "(" y al final de la misma 8.- Punto (.): IMPORTANTE: No se escribe punto después de los signos de interrogación y de exclamación. 9.- Punto y coma (;): indica una interrupción más larga que la de la coma. 10.- Diéresis: Se sitúa sobre la vocal "u" en las combinaciones "gue" y "gui" para indicar que la vocal "u" debe pronunciarse. Ejemplo: cigüeña / pingüino / pingües ganancias / bilingüe
Escalona Escorcia Viridiana
Esmeralda Vicencio Díaz
Escalona Escorcia Viridiana
Esmeralda Vicencio Díaz
Historia de los comics
La palabra cómic[1] designa a aquello que algunos denominan figuración narrativa; esa forma híbrida que mezcla texto e imagen se desarrollo en Norteamérica a fines del XIX. A estas narraciones se las ha denominado cómics porque fueron esencialmente cómicas. Hasta 1929 no apareció el primer cómic realista, Tarzan, de Harold Foster, inspirado en la obra de Burroughs. Como las restantes formas expresivas creadas por los medios de comunicación de masas, los cómics son unos productos industriales. Ello supone que en el proceso que va desde su creación hasta su difusión pública en ejemplares múltiples y en forma de papel impreso, intervienen gran número de personas y diversos procesos técnicos. En puridad, el cómic existe como tal sin necesidad de su multiplicación y difusión masiva, y, de hecho, el producto artesanal y único surgido del pincel o de la plumilla del dibujante lo es ya. Sin embargo para que tal producto alcance el estadio de la comunicación de masas es necesario proceder a su reproducción en ejemplares múltiples, tarea propia de la industria periodística o editorial.
Los cómics surgieron, precedidos de una larga tradición de narrativa iconografica en Europa y por un exuberante desarrollo de la ilustración, en el seno de la industria periodística estadounidense, a finales del siglo XIX. Los cómics nacieron en Estados Unidos como consecuencia de la rivalidad de dos grandes rotativos de Nueva York: el World (New York World), propiedad de Joseph Pulitzer desde 1883, y el Morning Journal, adquirido por William Randolph Herast en 1895.
Los cómics surgieron, precedidos de una larga tradición de narrativa iconografica en Europa y por un exuberante desarrollo de la ilustración, en el seno de la industria periodística estadounidense, a finales del siglo XIX. Los cómics nacieron en Estados Unidos como consecuencia de la rivalidad de dos grandes rotativos de Nueva York: el World (New York World), propiedad de Joseph Pulitzer desde 1883, y el Morning Journal, adquirido por William Randolph Herast en 1895.
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